Bruselas, Bélgica:
capital de Europa y sede de la Unión Europea, la capital más cosmopolita del
continente, después de Berlín obviamente, y para los belgas capitalinos soñadores,
la ciudad que en 10 años va a superar a New York como la ciudad más
“internacional del mundo”.
Después de los pasados
atentados al aeropuerto y al parlamento europeo, ahora la ciudad aparece en las
listas de turismo internacional como una ciudad peligrosa, incluso por encima
de algunas capitales latinoamericanas, el chiste se cuenta por sí solo, dicha
categorización está fuera de contexto, pues la capital belga es un lugar
encantador donde la tranquilidad es parte del día a día.
Debido a la reducción de
visitas a Bruselas luego de los atentados, las aerolíneas se han visto en la
obligación de bajar los precios de los tiquetes, por tan solo 5€ trayecto, volé
de Berlín a Bruselas, una ridícula suma de 10€ en total, por un boleto en avión
ida y regreso. El tiquete aéreo, fue la parte más económica del viaje, Bruselas
es una capital y por lo tanto no es económica, pero desde que se sepa gastar el
dinero, cada euro es una inversión en dicha ciudad, sobre todo si de comida y
bebida se trata, he allí donde me enamore de Bruselas, con razón el viejo
refrán dice: “al hombre se le conquista por el estómago”.
Dinero en comida, es
siempre una parte importante de mi presupuesto, excepto en París, allá lo único
que pude pagar era el combo más barato de Mc. Donald’s, pero en Bruselas la
situación es diferente, quizás por haber sido en el pasado una nación de
territorios divididos entre Holanda, Francia y Alemania, la hibridación allí
producida es el atractivo principal del país. Por un lado conservan la
elegancia de los franceses, los cafés al estilo parisino con una variedad de
macarons, están en cada esquina, por otro lado, conservan la informalidad de
los alemanes, y los bares tipo Berlín, con cerveza hecha en el sótano, se
encuentran por doquier, la arquitectura Holandesa de edificaciones alargadas y
cúpulas con puntas cuadradas está a lo largo y ancho de toda la ciudad, la
combinación de estas 3 culturas dio origen a interesantes platillos al interior
de la cocina belga.
En caso de que viaje a
Bruselas, es sumamente importante saber que las papas fritas no son francesas,
son belgas y por nada del mundo las vaya a ordenar como “papas a la francesa”,
pues se hará ganador de una lección de historia en medio de la línea del
restaurante; las propias papas fritas, las belgas, las originales, tienen una
receta muchos más compleja que solo picarlas y fritarlas, deben ser en primera
instancia horneadas y luego deben ser fritas entre 3 y 5 aceites diferentes, de
los cuales uno proviene de grasa de vaca, cerdo, el típico de canola y sabrá
Dios de donde vienen los otros, las salsas para acompañar no son el corriente kétchup
y la mayonesa, son salsas provenientes de recetas belgas pasadas de generación
en generación.
Las papas fritas no son
la única opción de comida callejera, la icónica “metralleta” es algo así como
la versión belga de los famosos perros calientes de la Avenida 30 de Agosto en
Pereira, se compone de: pan francés, trozos de carne frita, vegetales tales
como lechuga, tomate, cebolla, pimentón, aceitunas, papas fritas y las salsas
de receta tradicional para acompañar; después de un esfuerzo sobre humano para poder
cerrar este “pequeño bocadillo”, comerlo no es un acto muy glamuroso, pero como
decían en Roma: “mamma mia!”, combinación de sabores celestial que le otorga a la
metralleta un puesto en el top 10 de mis comidas callejeras favoritas.
Si de dulce se trata,
los waffles son otro de los símbolos nacionales de la comida belga, pero
cuidado, no se deje confundir con las versiones turísticas vendidas cerca de La
Grand Place, versiones extravagantes llenas de nutella, crema batida, chispas
de chocolate, salsas de fresa, vainilla, etc, las cuales deben agregarle para
cubrir el pobre sabor de un waffle mal hecho, lastimosamente esto solo lo
descubrí en mi segundo viaje a Bruselas; el auténtico waffle belga, es aquel
sin nada extra encima, simplemente después de estar listo se pone de nuevo en
la wafflera con azúcar morena hasta el punto de estar caramelizado, dichos waffles
auténticos son vendidos en Mont des Arts, por el señor simpático en la minivan
amarrilla.
En cervezas, Bélgica
tiene una gran influencia por parte de Alemania, de hecho su industria
cervecera es más grande en comparación a la Alemana, pero al no contar con
eventos mundialmente famosos como el “Oktoberfest”, no se ha popularizado tanto
a nivel internacional, poco a poco ha estado tomando fuerza con eventos como el
Festival Belga Internacional de Cerveza, el cual visité durante una de mis
visitas a Bruselas y fue una buena oportunidad para probar la variedad de esta
bebida. El tour de la cerveza es una buena opción para pasar la tarde, consta
de visitas por los bares más populares de Bruselas, en los cuales se prueban diferentes
cervezas mientras se aprende sobre la historia y maneras de producción de la
misma.
En caso de que viaje a
Bruselas y quiera engordar, tenga en cuenta estos consejos, si es hombre, esta
ciudad lo va a enamorar, si es mujer quizás regresará con algo de
remordimientos al haber ganado unos kilos de más, pero de que hombres, mujeres,
adultos y niños, pueden disfrutar bastante de una visita a la capital de Europa
es un argumento que no da pie a contradicciones.